FIN DE SEMANA EN ARALAR. 20-22 OCTUBRE 2023.
En esta ocasión, hemos sido 32 los compañeros de los clubs CAS y Nabaín, los que nos hemos alojado en el Hotel Ayestarán de Lekunberri. Un curioso establecimiento familiar, con casi un siglo de historia y mucha personalidad, en el que nos hemos sentido como en casa.
Nuestro objetivo de este año es conocer la Sierra de Aralar: una meseta caliza de unos 200 Km2, que se extiende de este a oeste, separando los valles de la Sakana (que visitamos hace dos años) y el de Araitz.
Una tercera parte de la Sierra está en suelo Guipuzkoano, por lo que nuestros compañeros Marta y Esteban, que conocen bien la zona, se han ofrecido a prepararnos las preciosas rutas que vamos a disfrutar.
El sábado amanece con bastante fresco, pero sin previsión de niebla ni lluvia. Para evitar que la jornada se haga excesivamente larga, nos aproximamos con los coches por una sinuosa pista cementada, desde el pueblo de Baraibar, hasta unas antenas de TV.
A las 9:30h comenzamos a andar por un precioso bosque de hayas. El marrón de las hojas secas, se mezcla con el verde del musgo, y el gris de las rocas, creando la sensación de estar caminando por una antigua calzada romana. El camino asciende suavemente, hasta salir a un claro, donde se junta con el GR-12 que lo cruza en forma de una ancha pista.
Con el viento soplando a nuestro costado, y sintiendo el frío en los huesos después de mucho tiempo, vamos avanzando en dirección noroeste, ganando altura cómodamente, por la gran altiplanicie que forma la Sierra de Aralar.
Una extensa alfombra verde se despliega bajo nuestros pies, formando suaves colinas y dolinas, salpicadas de fenómenos kársticos, caballos y ovejas latxas. Según vamos avanzando, las rocas le van ganando terreno a los prados, hasta encontrarnos rodeados de un caótico lapiaz. Según nos explica Kike con sus dibujos, en esta Sierra afloran unas raras calizas jurásicas, que no son muy habituales en el Pirineo.
Tras algo más de 3 horas llegamos a la cima del Irumugarrieta (1.431 m), techo de las llamadas malloas: una sucesión de picos que constituyen el frente del cabalgamiento de Aralar, formando un impresionante mirador en forma de circo. Al este podemos ver el Pirineo cubierto de nubes, al frente el Larrún, y al oeste el Jaizkibel y la costa donostiarra.
Admiramos el paisaje durante un buen rato y reemprendemos la marcha en dirección suroeste, buscando una zona al abrigo del viento para poder comer tranquilamente.
La vuelta la hacemos siguiendo el GR-12, disfrutando de una pequeña parte de los 80 monumentos catalogados en esta importante estación megalítica: dólmenes, menhires, túmulos.. y posteriormente de nuevo del hayedo, hasta llegar a los coches.
Ha salido una preciosa ruta de casi 20 km y 690 metros de desnivel.
Mientras tanto, una pequeña escisión del grupo, formado por Mihaela, Inma, Isabel y Ana, se han acercado a visitar la cascada de Ixkier por el camino del Plazaola; antiguo trazado del ferrocarril que unía Pamplona y Donosti, reconvertido en vía verde.
Han disfrutado de la mañana en una bonita ruta de 10 km que cruza túneles y puentes. Han cogido castañas sin pincharse, comido al sol y se han resbalado muchísimo debido a la humedad causada por las abundantes lluvias de los últimos días.
Por la tarde y tras visitar el pueblo, nos reencontramos en el Hotel para cenar, donde se genera un ambiente divertido y emotivo a partes iguales, recordando con gran cariño a nuestro querido amigo Joserra, al que echamos terríblemente de menos.
El domingo nos dirigimos al km 5 de la carretera que une Lekunberri con San Miguel de Aralar, donde nos adentramos en el precioso hayedo que asciende suavemente por la ladera.
Algo más de 2 horas y media de baño de bosque después, aparecemos en la cima de la sierra, a los pies del Santuario. La suerte nos sigue acompañando y el día está despejado, así que podemos observar a lo lejos San Juan de la Peña, Oroel, la sierra de Leyre.. y por supuesto en primera línea el imponente perfil de San Donato.
Abusando un poco más de la amabilidad y los conocimientos de nuestro compañero y guía particular Kike, descubrimos los secretos del austero Santuario, así como su impresionante retablo de esmaltes de Santa María, una singular joya medieval.
Bajamos en coches a Lekunberri, donde nos despedimos tras comer en una antigua kotxera, recientemente reformada en restaurante, desde donde podemos admirar de nuevo, el mar de roca caliza que conforma la Sierra de Aralar.
Hemos compartido dos días de senderismo, pero sobre todo de convivencia, disfrute, amistad, risas, aprendizaje… Agradeceros a todos vuestra implicación para que todo salga perfecto: a Esteban y Marta por guiarnos, a Kike por sus explicaciones, a Teresa por sus calentamientos y estiramientos, a Petri y Manolo por sus fotazas, a las guionistas y actores del teatrillo sorpresa, especialmente a Pepelu por su arte… podría seguir uno a uno, porque todos y cada uno de vosotros aportáis algo bonito al grupo, en una especie de simbiosis que nos hace volver a casa con una sonrisa, pero me tengo que ir a darles de comer a los gorrinos… ;-P
El año que viene más y mejor.
Sandra y Dani.
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