Incluso en un puente como el del 15 de agosto, y en un valle repleto de visitantes como Benasque, hay lugares poco frecuentados. El Mall Pintrat o Tuca del Puerto Viello de Benás (2.850 m) es uno de ellos. Dieciocho montañeros y montañeras del Club de Montaña Nabaín y el Club Atlético Sobrarbe nos dirigimos a él el pasado fin de semana, con el ánimo de afrontar los más de mil metros de desnivel que concentra, desde la carretera, en algo más de 3 kilómetros de distancia.
La ruta arranca compartiendo el definido camino que se dirige, entre otros lugares, al puerto de La Glera -uno de los que dan acceso a Luchon desde este valle ribagorzano- y, un poco antes a los ‘ibones’ de La Montañeta y de Gorgutes.
En las ‘planas’ que encontramos al confluir con el barranco del mismo nombre abandonamos ese camino, y la compañía de otros grupos de caminantes. Nos dirigimos hacia el Oeste. En este caso no al Lejano Oeste pero, como si así fuera, el sendero se diluye casi de inmediato. Giraremos después al Sur, abandonando la ruta -también apenas marcada- que se dirige al Puerto Viello de Benás -esforzada puerta al valle de Lys-.
Nos encaramamos al contrafuerte Este del Mall Pintrat, a veces con tímidas trazas de senda, en ocasiones junto a algún mojón y otras buscando el mejor paso por estas empinadas laderas. Las nubes nos rodean, pero cuando se abren un instante, las vistas del valle hacia Aigualluts, las de la cresta y picos de Alba, las de las Maladetas o las del ibón de Gorgutes llenan nuestra mirada de satisfacción (y sí, también de orgullo, por lo bonita que es la Tierra), acariciada por la luz que redibuja el paisaje tamizada por las ‘boiras’.
Nunca ya en esta jornada veremos completo el largo cordal de cumbres fronterizas de Benasque; ni tampoco otras más lejanas. Pero el ir y venir de las nubes llena de magia la ascensión. Primero por laderas herbosas. Luego por pedreras. También por los tramos de crestas que nos llevan, primero sobre el Puerto Viello, y luego, tras una pausa donde se ensancha el terreno, hacia la diminuta cumbre del Mall, protegida por bloques de granito que exigen pequeñas trepadas, en algún caso al filo del vacío que cubren las nubes y surcan majestuosos los buitres.
No es una cumbre para dieciocho. Pero con un poco de empeño, algo de equilibrio sobre los bloques de piedra y “bien chuntetes”, conseguimos hacer una foto de grupo, con limitada perspectiva. Almorzamos. Disfrutamos de las ventanas de visibilidad que, a un lado y a otro, abre la ‘boira’, y también de verla jugar a nuestro lado, acompañándonos como en el resto de la ruta. Y sin más pausa bajamos. Viene una pareja que hemos adelantado en la subida, y nos parece que 20 quizás seamos demasiados en esta cima.
Juan Rodríguez Bielsa
