DOMINGO 13 DE FEBRERO. SAN MARTÍN DE LA BAL D´ONSERA
Grupo parcial en salida muy cerca de San Julián de Banzo
El día 13 de febrero, a las 7:00 de la mañana (bueno, a las 7:10, pues dejamos diez minutos de cortesía para los más rezagados), salimos desde Aínsa un autobús con socios del CAS y del Nabaín con destino al afamado y antiquísimo cenobio de San Martín de la Val d´Onsera.
Por el camino hacemos diversas paradas para recoger a gente en Camporrotuno, Barbastro y finalmente en Loporzano, donde hemos quedado con los socios del CAS y Nabaín que vienen desde Huesca o Zaragoza.
Según iba amaneciendo hemos visto como se cumplen las previsiones de un día nublado, con posibilidad de lluvias para la tarde. No obstante, cuando el autobús nos deja en San Julián de Banzo, ninguno de los 41 montañeros que emprendemos la marcha piensa en el tiempo, y con ánimo cogemos la pista que acaba convirtiéndose en senda para acceder a la ermita ya citada.
Son prácticamente las nueve de la mañana cuando una alargada fila de personas nos dirigimos al barranco de San Martín, para ir remontándolo entre animada conversación, que solamente cuestas puntuales hacen decrecer.
Tras unos veinte o veinticinco minutos, la senda se desvía, dejando el cauce del barranco que hasta aquí hemos seguido, para buscar la “puerta del cierzo”, sitio donde la senda pasa bajo unos enormes bloques de piedra, sin duda producto de algún cataclismo monumental que hace muchos años o siglos debió acontecer por esta zona.
Desde la puerta del cierzo, donde reagrupamos la marcha, la senda ya intenta coger altura de manera más evidente, y de nuevo el grupo se va fracturando en pequeños grupitos donde cada uno encuentra su ritmo más adecuado.
Antes del famoso paso de la Viñeta, de nuevo nos unimos todo el grupo y así podemos enfrentarnos a ésta, posiblemente, zona más delicada de la excursión.
Este paso logra atravesar una muralla de roca gracias a puentes de madera, sirgas, escalerillas, pasamanos…que desde tiempos inmemoriales facilitaban el acercarse a visitar el santo lugar de la Val d´Onsera. Es verdad que una placa al inicio de las dificultades, recordando la muerte de un vecino de Barluenga “de desgracia”, al precipitarse por los cortados en 1823, no ayuda mucho a templar los ánimos…pero el coordinador de la excursión, les recuerda que frente a la parte “mala” de la noticia, está la buena, y que no es otra que desde entonces nadie ha vuelto a sufrir la misma suerte.
Superado este paso, llegamos al collado San Salvador, donde ya habíamos negociado entre todos el almuerzo ya ganado.
Son las 11:00 de la mañana, el día sigue cubierto, pero no hay amenaza inmediata de lluvia.
Desde el collado, algunos se animan a subir a un pequeño puntón de piedra, desde el que la vista se amplía mucho más al poder dar vista a la propia ciudad de Huesca y al nombrado castillo de Montearagón.
Cuatro de los excursionistas, que ya contaban con ello pues han acercado el coche hasta el aparcamiento, se dan la vuelta en este collado, por lo que somos 37 los que con muchas ganas de llegar a tan sugerente lugar, nos disponemos a descender al fondo del barranco donde se ubica la ermita. El descenso no era fácil…hasta que el parque ha decidido acondicionarlo con pasamanos y sirgas, lo que a todos nos ha ayudado a descender sin problemas.
Antes de llegar el grupo, un adelantado ha hecho sonar la campana de la ermita, que resonando por todo el abismo nos ha dado la bienvenida y nos ha dado una bonita sensación de humanidad. Todos hemos llegado felices y los que no conocían el lugar, se han quedado maravillados del entorno, sintiendo esa paz y ese bienestar que se siente cuando se llega a esta lugar, y mucho más la primera vez.
Tras estar un rato por los alrededores de la ermita, bebiendo agua de la fuente, haciendo fotos, visitando el interior de la cueva, decidimos retomar la marcha y acometer la subida que nos devolverá al collado San Salvador.
Desde el collado vamos a bajar por la “senda de los burros”, ya que la Viñeta ya la hemos pasado, y es mejor no bajar por allí siendo tanta gente..y además siendo que otros grupos suben detrás nuestro y podemos cruzarnos en el peor de los sitios.
Además descender por otro camino siempre es mejor aliciente….y nos permitirá plantear dos itinerarios hasta el autobús.
Al llegar al punto donde esta senda que traemos y la que va al paso La Viñeta se conectan, se da la opción de volver por terreno conocido hasta San Julián, (donde el autobús nos ha dejado por la mañana), o salir hacia los campos de Ciano y volver a Barluenga, haciendo una travesía más larga, pero que nos permitirá conocer otros terrenos.
Finalmente son 7 los que vuelven por el camino de la mañana, y 30 que decidimos ir a Barluenga, donde nos recogerá el autobús ya con el otro grupo de San Julián.
EL grupo que decide ir a Ciano, a la altura de la placa que recuerda el accidente de la Viñeta, cogemos un desvío poco visible que nos lleva a las pedreras de la cara sur del pico Matapaños, y en cómoda travesía (más de lo que parece sino se conoce el paso), y en poco rato llegamos a un par de collados que nos dejan en los campos de Ciano.
Decidimos atravesar la pista que los bordea, y al llegar al cruce de las pistas que vienen (o van) a Vadiello, Cuello Bail, Santolaria o Barluenga, comer.
Son las 14:30 y el punto nos permite una estupenda vista mientras comemos de Vadiello y el entorno del Tozal de Guara.
Tras comer, cogemos la pista que va dirección sur, y usando el antiguo camino de Nocito a Huesca, acercarnos a descender el “Grau de Barluenga”, y situarnos en los somontanos de estas sierras, ya en las proximidades de Barluenga.
En esta parte, el camino está poco transitado desde hace muchos años, y la vegetación de monte bajo hace que se oigan ciertas protestas entre los “más finos” del grupo, a los que el coordinador motiva diciéndoles lo bueno que es pincharse un poco para la circulación…
A las 16:30 llegamos todo el grupo al autobús, que ya nos espera con el resto del grupo que han bajado a San Julián.
Sin otra novedad, el autobús va haciendo las misma parada que por la mañana, a la inversa, desde Loporzano a Ainsa, donde llegamos sobre las 18:00, contentos, con ganas de volver a juntarnos en la próxima excursión…y todos con mucha mejor circulación gracias a los famosos caminos jabalineros…que alguien pone siempre (en mayor o menor medida) en el menú del día.
Oscar Ballarín
enlace a reportaje fotográfico de José Antonio Juste:
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