Como cada mes de Mayo desde hace décadas, el Club Atlético Sobrarbe ha realizado la tradicional ascensión a la Peña Montañesa, cumbre de 2.295 metros de altitud. Se trata del punto culminante de Sierra Ferrera, un vasto macizo calcáreo cuya silueta, como barco varado, es un emblema para las gentes de Sobrarbe.
En cada edición invitamos a un Club de montaña para compartir la jornada. En esta ocasión recibimos la visita del Club de Montaña Javieres de Huesca, acudiendo 40 miembros de ese Club. Ha sido un placer poder recibirles y agradecemos enormemente su respuesta y participación.
También, como comienza a ser tradición, un grupo de amigos de Saint-Lary y Arreau de la vecina comarca francesa acudieron a la cita, incidiendo en la idea de que el Pirineo, lejos de ser frontera, es un espacio común donde pueblos de una y otra vertiente compartimos muchas cosas.
Así pues, cerca de un centenar de personas de todas las edades hicimos cumbre en la Peña en una jornada marcada por un tiempo frío y nublado. La ascensión se realizó desde el Monasterio de San Beturián, por la cara sur de la montaña, teniéndose que superar 1.200 metros de desnivel.
También se desarrolló una excursión alternativa más suave, con una veintena de participantes que recorrieron los caminos entre Aínsa y El Plano y alguno de ellos hasta el Monasterio de San Beturián.
Varios monitores de montaña del Club guiaron y acompañaron las rutas para garantizar la mayor seguridad. Agradecemos la labor de todos ellos.
Como incidente a mitad de la bajada de la Peña, la caída en el camino de una de las participantes, provocándole una contusión de rodilla que le obligó a bajar poco a poco con la ayuda de dos monitores. Esperamos su pronta recuperación.
Tras el descenso, en El Plano, una espléndida comida para reponer y celebrar. Precioso lugar y amable familia a los pies de la Peña a los que agradecemos, como siempre, su hospitalidad y servicio.
En la sobremesa entregamos una placa conmemorativa a los amigos del Club Javieres de Huesca y un regalo de recuerdo a todos los participantes.
Por último, “Es mosicos del país” nos deleitaron con populares melodías montañesas para cantar y bailar. Nuestro agradecimiento.
Celebrado así pues un día de fiesta en donde nos encontramos vecinos y amigos, rindiendo homenaje a nuestras montañas. Las que nos cobijan, las que nos aportan tantas cosas materiales e inmateriales, las que nos hacen ser montañeses y montañeros.
Alberto Bosque