Foto de familia en la Cruz donde recibía el Prior del santuario de San Úrbez a los dos romeros de Albella que venían descalzos. Josan Juste.
Una nueva travesía dentro de la “ruta urbeciana” que enlaza los lugares donde el santo pastor habitó por nuestras tierras, siempre teniendo de base el camino que hacían los romeros de Albella en sus peticiones de agua.
Ermita de San Úrbez en Cerésola que en esta ocasión no visitamos.
Cada año, dentro de la programación del CAS y Nabaín, proponemos una día que corresponde a una de las etapas del camino de San Urbez, entre Añisclo y la propia ciudad de Huesca. Este año tocaba completar el “bucle” que añadimos al camino romero entre Albella y San Urbez de Nocito, para visitar lugares de interés como las “Galochetas de San Urbez”, la cueva de Ceresola, el pueblo de Solanilla (con su calle única, de San Urbez)…y finalmente enlazar, justo antes de entrar en Abellada, con el camino que los romeros traían desde Secorún.
Aparcando nuestros coches en la pista hacia Cerésola.
Quedamos a las 7:15 en Ainsa, a las 7:30 en Boltaña, y a las 8:30 en el desvío de Cerésola. Puntualidad absoluta en todos los casos, saliendo 10 personas de Ainsa, 7 de Boltaña y 6 que suben por Huesca desde diferentes puntos (Barbastro, Monzón, Huesca…)
Toca andar un kilómetro de carretera, dirección aguas abajo del Guarga, para encontrar el punto donde cruzarlo para enlazar ya al camino de Solanilla a la carretera de la “guarguera”.
Lo primero, descalzarse sobre la nieve que cubre ya desde aquí todo el entorno, y cruzar el río vadeando. Algunos con chancletas, otros escarpines, los más a pies descalzos, en el más puro estilo romero.
Óscar, el primero en cruzar el Guarga.
A calzarse de nuevo toca, una vez pasado el río.
La gente no protesta demasiado, quizás sabedores de que el día promete humedad y mojadura abundante: nieve desde la salida, además de un día nublado y posibilidades de que según avance, acabe dando precipitaciones (¿dónde se ha visto que acudiendo a San Urbez, patrón de las aguas, no hiciera gala de dicho patrocinio?).
Inicio de la caminata una vez pasado el Guarga, ya con mucha nieve. Gernot
Ya por camino, en rigurosa línea multicolor de montañeros que se distinguen en el blanco entorno, iremos a buscar el cruce del barranco Ricau, punto por donde el año pasado, en la etapa de Laguarta a Cerésola, pasamos en trayecto perpendicular a la dirección que hoy llevamos.
Caminando en perfecto orden.
Cruzando el barranco Ricau, con bastante caudal de agua.
Desde aquí, siempre en ligera subida y con cada vez más abundancia de nieve, buscamos una collada sobre Solanilla, lugar al que llegamos en poco más de una hora desde el coche. Buen ritmo para un grupo tan numeroso (23 personas en total) y con nieve por todo, y ya con unos 20 cm. de espesor.
Iglesia y torre de Solanilla, casi espaldadas.
Detalle de ventana en Solanilla. Gernot
Lápida en el cementerio de Solanilla. Gernot.
Desde Solanilla el camino antiguo entre este lugar y Abellada es nuestro paso obligado por estas sierras olvidadas y dejadas al olvido entre un Pirineo muy conocido y una sierra de Guara también conocida y visitada. Se podría decir que estamos en una de las zonas de la provincia más olvidadas, y más difícil de volver a recordar, dado la poca gente, y tan mayor que todavía queda nacida y que viviera en esta zona.
Foto de un momento de la caminata. Gernot.
El camino es magnífico, aunque por lo abandonado y por las nieves y vientos de este año, un poco enmarañado y emboscado…además de cruzado de pinos precisamente rotos por los temporales de semanas pasadas. No obstante, el trazado en un interfluvio entre barrancos, buscando la cuerda de la sierra, con una inclinación siempre parecida y nunca excesiva…caminos de antes, hechos sin duda por la sabiduría de generaciones que vivían aquí y de esto.
La nieve, como ya sabíamos, empieza a ganar espesura según nosotros ganamos altura.
Donde almorzamos, en el corral de Lopez, ya habrá unos generosos 30 cm.
Almuerzo en el corral de López.
Situado a unas tres cuartas partes del ascenso total desde Solanilla hasta el cerro de la sierra antes de Abellada, y situado en lo que antiguamente fue la Pardina de San Esteban del Pico, este corral, que no pasa de ser un cerrado de piedra con una caseta pastoril espaldada, y actualmente lleno de pinos, es un punto siempre significativo del camino. Por un lado confirma en esta selva de soledad, que estamos en el verdadero camino, y por otro es el único atisbo de actividad humana, pasada o presente, que vemos entre Solanilla y Abellada. Parece que el ser humano todavía reconocemos el uso, el aprovechamiento, los pensamientos y sentimientos, de la escasa gente que por aquí debió transitar. En cierta manera, almorzar aquí es formar parte de esa pequeña historia que por uno u otro motivo usaron este corral durante siglos.
Nuestro guía de la jornada en el momento del almuerzo.
Partiendo del corral y restos de la caseta pastoril.
El tiempo está fresco, el viento sigue reforzando el nublado…y la gente nos quedamos fríos pues llevamos los pies mojados (y no por cruzar el Guarga que ha quedado realmente muy, muy abajo ya).
Empieza a rondar la idea de ir de tirón hasta el santuario para poder comer a cubierto, y acaso con un buen fuego revitalizador…entre el grupo, porque el que esto suscribe lo ha sabido desde que hemos cruzado el Guarga, y la única condición era estar en este corral almorzando a esta hora (a las 11:45 salimos ya andando tras almorzar). La situación es factible.
La nieve era muy abundate en todo el itinerario de la ruta.
Desde aquí, el camino, limpio hace dos años, presenta algún pino cruzado, roto hace dos semanas por las ventiscas. Pinos considerables en algún caso, que denotan la virulencia de la nevada, el hielo y el aire…mala combinación para ramas y árboles.
Tras coronar la sierra, descendemos por la cara sur hacia Abellada. Quizás este descenso es donde más nieve se ha acumulado, pues hay sitios que de 35 cm no baja…y si hay arizones o ventisqueros un poco más.
Abellada y la cara norte del tozal de Guara.
Dejamos Abellada a un lado y cuando iniciamos el descenso hacia el barranco “os Arenales”, entre este lugar y la “pardina Torre”, finas boliznas empiezan a descolgarse desde el blanquecino nublado.
Pasar la Pardina Torre con la débil nevada, el silencio incluso del grupo, el blanco sudario que amortaja los abandonados campos…nos hace imbuirnos en un misticismo que nos “prepara” para la llegada al mágico sitio del santuario de San Urbez.
Ruinas de la "pardina Torre".
Nuestra primera vista sobre el Santuario de San Úrbez. Gernot.
Otra foto en la Cruz, muy cerca ya del Santuario. Gernot.
Al ir descendiendo por el pinar, la nieve va cediendo en el suelo, pero no desde el cielo…y así llegamos al Santuario, el cual visitamos, la mayor parte sorprendidos por no conocer el sitio y ver la monumentalidad y excepcionalidad de la “casa de San Urbez”…pero también con las ganas de haber podido ver la cara norte de Guara, señora del lugar, que no se ha dejado ver en todo el día, salvo las partes bajas de las pedreras, blandas de nieve y hielo.
Nuestra llegada a la puerta del Santuario. Gernot.
Atendiendo las explicaciones de Óscar dentro del Santuario.
El fuego prometido no solo era deuda de quien escribe la crónica, sino que fue obligado para templarnos un poco y no caer en algún catarro como mínimo…pues estuvimos tres horas esperando al valiente conductor que tras no poder subir por el puerto de Bail, cerrado por nieve y hielo, tuvo que dar la vuelta por Arguis y Belsué para acudir a recogernos. Eran las 18:00 de la tarde.
Todos contentos y satisfechos de la caminata alrededor del fuego. Gracias Óscar.
A alguno casi se le queman hasta las botas. Gernot.
Gracias en todo caso al Prior de la cofradía, D. Alvaro Lardiés, por la amabilidad de dejar la llave al organizador de la excursión,(cofrade y entusiasta de la figura de san Urbez), para podernos refugiar con el grupo de montañeros.
Óscar depositando nuestro "agradecimiento" a la cofradía de San Úrbez.
Ni que decir que la vuelta a los coches en el desvío de Cerésola fue por el mismo itinerario, lo que alargó la vuelta, llegando los de Boltaña y Ainsa entre las 20:30 y 20:45.
El momento de ser recogidos por Carlos para la vuelta a casa. Gernot.
En resumidas cuentas, día espectacular como se puede apreciar en las fotos, ambiente “de lujo” en las estancias del monasterio y una dosis de aventuras hasta el final…pues tanto la vuelta a Huesca como a Boltaña y Ainsa fue cruzando Monrepós o el Serrablo con la carretera blanca…y nevando, para no variar la tónica del día.
Óscar Ballarín.
Enlace a las fotos de Gernot Wolf:
https://picasaweb.google.com/115555058986177501367/20150215SanUrbez22015?authkey=Gv1sRgCIP1u4GCmZXKywE&feat=email
Idem, de José María Lafuerza:
https://plus.google.com/photos/106086681884713509415/albums/6116139618950715969