VIVAC IBONES DE ANAYET
Este año tocaba en ibón el vivac. En los ibones de Anayet, de manera que se había planteado la subida por el corral de las Mulas, en el valle de Tena, y el descenso por canal Roya, en el Valle del Aragón. Y a parte del Vivac, el concurso de tapas y la travesía, habíamos puesto el pico Anayet en el orden del día, para intentar hacer una cima de las más significativas de la zona.
Como siempre, una semana antes, todos vamos mirando las previsiones del tiempo, aún sabiendo que hasta un par de días, o uno sólo, antes no suelen ser muy fiables…pero nos puede las ganas de saber que vamos a tener una buena noche para disfrutar de una actividad que aunque no mayoritaria, sí tiene sus adeptos dentro del club.
Al principio las previsiones no son muy malas, pero cuatro o cinco días antes empiezan a empeorar, y dos días ante parece de nuevo mejoran, para la víspera dar una pequeña posibilidad, con poca agua y nada de tormenta de que a lo largo de la noche precipite algo de llovizna.
Pues como todo está organizado, la gente apuntada, las furgonetas para sábado y domingo también confirmadas y la gente no se borran (salvo una baja de última hora), decidimos ir para delante y arriesgar. Además el concurso de tapas, con su alto nivel que se supera a cada edición ya ha hecho que algunas necesiten de varios días de preparación, con lo que ya también están en proceso de preparación. De subida hay incluso un remonte de la estación de Formigal donde podremos refugiarnos si la cosa fuera muy mal, lo veremos de subida.
El caso es que la mañana no pinta mal del todo cuando los diez participante empezamos a andar alrededor de las nueve de la mañana. Desde el corral de las Mulas cogeremos un camino usado por las vacas que nos evita la pista de acceso al aparcamiento de Anayet, y acaba confluyendo con el camino que viene desde el mismo Portalet. Aquí, aprovechamos que hay una cabaña usada en invierno como pequeño bar para los esquiadores, y almorzamos a cubierto pues unas nubes se han espesado y ha empezado a llover ligera pero pertinazmente. Justo el rato de almorzar dura el chaparrón y el cielo se aclara dejando un azul que nos anima a seguir. Nos hemos juntado aquí con los que hacen la excursión de día a los ibones, pero nos separamos porque el ritmo que nos marca el elevado peso de nuestras mochilas nos hace ir más despacio.
Una vez en los ibones y puesto que aún no es la hora ni de comer, ascendemos al pico Espelunchiecha para disfrutar del paisaje en un buen día con nubes en las cimas más altas y un aire fresco en las más modestas, como la que estamos.
Descendemos a los ibones para comer y buscar un buen sitio para el vivac, de manera que tenemos la tarde para dar la vuelta al ibón, descansar, tomar el sol (cuando hay)…aparte de aprender con las amenas e instructivas explicaciones que Quique nos da de geología y algunos otros temas.
Como la tarde es larga, pero pronto pasan las horas, a eso de las 18:30 decidimos merendar y empezar simultáneamente a acabar de preparar y emplatar las tapas. Como somos 10 personas, pero de ellas hay dos parejas, resultan un total de 8 tapas, con sus respectivos maridajes.
El buen humor reina y nadie hacemos mucho caso de algunas bandas nubosas que cuando nos metemos en los sacos siendo poco más de las diez de la noche parecen presagiar lo que luego iba a suceder. Todos llevamos buenos sacos y fundas de vivac como para aguantar esas cuatro gotas que todos los modelos, incluso franceses prevén a lo largo de esa noche. Quizás eso nos hace más confiados.
No se la hora exacta, quizás antes de media noche, cuando el ruido de algunas gotas sobre los impermeables y fundas nos empiezan a dejar claro que las previsiones deben ser orientativas, y que aunque normalmente suelen presentarse peor de lo que luego hace, hay ocasiones, como las que están pasando este año sobre todo, en que la realidad acaba siendo más cruda que la previsión.
Esa primera “rugiada” da paso a algunas estrellas, que en pocos minutos desaparecen y dan paso a un segundo chaparrón ya más fuerte…y para nuestra inquietud con algunas relámpagos que hacen iluminarse todo nuestro alrededor. Suerte que eran lejanos, un poco sordos y que parecían estar a bastante altura, en capas altas de nubes. Pero para quienes no es la primera vez que nos pilla alguna de estas en la montaña, ya de manera automática empiezas a poner el piloto de alarma y a contar a qué distancia está la tormenta, para intentar conformarte con que se va alejando…o tener que plantear alguna decisión más drástica como levantar el campamento e irte con el frontal.
En esta caso la tormenta está más hacia la frontera y no se acerca, siendo además que los relámpagos son escasos y en la atmosfera, sin tocar tierra, y no acabaron siendo más de 8 o 10 en las tres o cuatro veces que paró e inició la lluvia durante toda la noche.
Lo más cuantioso de las precipitaciones y que más nos pone a prueba es entre las 3 y las 5 de la madrugada, donde no sólo no para, sino que parece arreciar en ocasiones e incluso caer algo de piedra menuda. Se oyen algunos riachuelos cercanos aumentar del caudal y empezar a correr más agua por ellos.
La gente aguanta estoicamente, cada uno en su saco y dentro de su funda…hasta que con las primeras claridades del alba, en torno a las 6, con una niebla y un ambiente más propio de octubre o noviembre que del mes de julio, los que finalmente se han acabado mojando se levantan para ponerse ropa seca que han guardado en la mochila e ir intentando recoger el campamento con todo mojado…y en casa se secará.
De esta manera, antes de las 8 hemos recogido, tomado un café o infusión caliente y salimos bastante abrigados todavía, desistiendo de intentar al Anayet, por como llevamos el material, por cómo está la roca y el terrenos de empapado, y sobre todo porque desde ayer no hemos visto el pico envuelto en una espesa niebla que lo envuelve todo.
Cogiendo el camino de la GR 11 descendemos por la Canal Roya, y al haber podido adelantar la salida del bus, logramos llegar a comer o poco después a casa cada uno.
Antes de llegar al punto de recogida, en al antiguo refugio de canal Roya, con un sol que nos reconforta, almorzamos los últimos víveres y aprovechamos a votar el concurso de tapas, de manera que llegamos a la conclusión de que el nivel se ha mejorado, que todas estaban muy buenas y logradas, y que al final dos son las que más votos sacan:
Una tostada de bacalao y pimientos al pesto, de Quique, y un “volaven” de seps y queso rayado de Dani y Sandra. En el desempate final es la tosta de bacalao la que queda en primer lugar, seguida muy de cerca por los seps.
Al volver nos damos de nuevo de bruces con el verano, y en pocas horas parece hayamos pasado del otoño o invierno de los ibones de Anayet al verano de Ainsa…lo que nos vendrá muy bien para secar todo lo que por la lluvia, por el contacto, o al recoger hemos acabado mojando.
Oscar Ballarín Plana
ALBUM DE FOTOS Y VIDEOS VIVAC Y CONCURSO DE TAPAS
SALIDA SENDERISTA IBONES DE ANAYET
Los Ibones de Anayet se encuentran muy cerca de la frontera francesa del Portalet en el entorno de la estación de esquí de Formigal y hoy vamos a visitarlos realizando una ruta circular.
El inicio de la excursión es el aparcamiento del sector Formigal-Portalet (1.735 m.) y comenzamos la ascensión por la pista que da servicio a la estación y que discurre paralela al barranco de Espeliuncecha cruzándolo en dos ocasiones. Un poco antes de llegar al ibón que da nombre al barranco la pista se bifurca en dos direcciones: a la derecha va al collado de la Canal Roya (tele-silla de Espeliuncecha) y a la izquierda al collado de Faballones (tele-silla de Balladero-2.052 m.) hacia donde nos dirigimos visitando previamente el pequeño ibón de Espeliuncecha (1.950 m.). Al otro lado del collado ya vemos el sector de esquí Formigal-Anayet. Seguimos un difuso sendero que sin perder casi altura traza una diagonal hacia el sur hasta un pequeño ibón y un poco más abajo llega a la Glera de Anayet donde hay un pequeño edificio utilizado como restaurante en la temporada de esquí y donde nos encontramos con los compañeros que iban a realizar un vivac. Continuamos a la derecha por una senda bien marcada pasando por un desvío que viene del collado de la Canal Roya y después por una terraza que discurre a media ladera por debajo del pico Espelunciecha y colgada sobre el barranco de Culibillas hasta confluir con el sendero GR-11 que en poco tiempo nos llevará al llano donde se encuentran los ibones de Anayet (2.234 m.) situados en una inmensa cubeta de origen volcánico bajo los picos Anayet y Vértice de Anayet.
Primero llegamos al Ibón Grande bajo la silueta del Anayet en cuyas aguas se refleja el pico y un poco más adelante a la derecha, más encajonado y escondido, el Ibón Pequeño con el majestuoso Midi d´Osseau presidiendo la escena al fondo.
Después de descansar y disfrutar del entorno comenzamos el descenso siguiendo las marcas del GR-11 que transcurre por el barranco de Culibillas hasta el aparcamiento de Formigal-Anayet y otros 2 kms. más por el asfalto hasta el Corral de las Mulas (1.604 m.) en la carretera nacional, fin de la excursión..
Para finalizar la jornada solo nos resta ir a recoger los coches al Portalet con otro que habíamos dejado aparcado por la mañana.
Los datos del día: unos 14 kms. de distancia, 500 m. de desnivel en ascenso y 650 en descenso recorridos en una 5 h. con paradas incluidas.
José Ramón Monclús
ALBUM DE FOTOS SALIDA SENDERISTA IBONES DE ANAYET
ALBUM DE FOTOS JUAN FÉLIX ANDRÉS ARNAL